Así es. En MonoStereo no solo nos encargaremos de compartir las experiencias diarias relacionadas con películas; discos, (y próximamente) libros, obras teatrales y shows musicales. La industria que hace bastante ya que viene facturando mas que el cine en Estados Unidos (y que no falta mucho para que empiece a facturar mas que la música) también tiene su espacio en el blog. El mundo de los videojuegos puede que haya comenzado hace varios años como una renovadora forma de ocio y entretenimiento. Y si bien nadie niega que hoy en día sigue teniendo estas dos características como estandartes, cabe mencionar en lo que se ha convertido hacia el final del siglo XX y (por sobretodo) a principios del XXI.
Sería antiguo y conservador a esta altura seguir pensando que uno se pone a jugar un juego solo porque le divierte el mero hecho de armarse con una pistolita y comenzar a disparar a lo que se te cruze en el campo de visión, o subirse a un auto y atropellar a toda una civilización. De seguro hay personas que hacen este tipo de cosas, como también hay personas que te ven una película de a partes o que siempre empiezan pero nunca terminan un libro.
El universo del videojuego sigue siendo menospreciado en muchos aspectos. Las historias por ejemplo. Varios juegos nos ofrecieron historias tan atrapantes como las de las mejores novelas, y personajes tan o incluso mas interesantes que los protagonistas mas entrañables de las películas (y de hecho, no por nada varios videojuegos pasaron a tener su interpretación en la pantalla grande). Y son este tipo de juegos los que irán apareciendo a medida que uno vaya interactuando con ellos y finalmente de por concluida su experiencia con los mismos.
Y como no somos burgueses ni pretendemos serlos, las consolas de última generación por el momento no aparecerán por estos pagos (aparte de que carezco la capacidad monetaria como para adquirirlas claro está). Por esto se recurrirá a un catálogo que reúna el doble requisito de la "V-C" (variedad-calidad). Y este requisito lo encontramos en el extenso y no por eso menos brillante catálogo de la consola Play Station 2 (que además, es la única con la que cuento).
No me malinterpreten, acá no vamos a hacer "reseñas" o "análisis" de juegos. Porque ya son del pasado por lo que ya tienen en su haber acumulados varios análisis y reseñas, yo no voy a contar nada nuevo que no hayan leído en otro lugar. Y menos que menos cosas como trucos, guías y otras hierbas; hay centenares de espacios dedicados a estas zonceras. Lo que haremos en este Diario será compartir las experiencias vividas a partir de nuestra interacción con el juego, mas allá de decir si el juego es bueno o malo.
Y el elegido para bautizar esta sección es nada mas y nada menos que el Resident Evil 4, el último juego que terminé hasta el día de hoy ( bueno, "terminé" es una forma de decir ya que, no creo que uno nunca termine definitivamente un juego).
Primero cabe destacar que tenía una cuenta pendiente con este juego, no hay sentimiento virtual mas impotente que promediar las instancias medias de un juego y quedarte sin municiones justo antes de enmagullarte a tiros con un ñato que puede atravesar los pisos y las paredes. Eso fue mas o menos lo que me pasó la primera vez que jugué al Resident Evil 4 e hizo que me despidiera temporalmente del juego hasta hace pocas semanas, cuando logré recuperar el timón y me procuré terminar el juego de una buena vez por todas. No fue fácil (hubo inconvenientes relacionados con una memory card que me hicieron tener que ir a Compumundo), pero finalmente pude saciar mi cuenta pendiente y encima, de yapa, tuve un par de modos extras por finalizar el juego.
El tiempo dirá cuando me volveré a encontrar con la historia iniciada aquí en el Resident Evil 4. Mientras tanto, me despido de mi primer Diario del Videojugador (prometo mejores entradas en futuras ocasiones) y les dejo un poco de nostalgia virtual:
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